Powered By Blogger

domingo, 28 de agosto de 2011

LA ESPERA I

Se quedó por un momento traspuesto.
Habían sido apenas dos minutos
y al despertar todo parecía cambiado.
El cigarro se había consumido entre sus dedos,
amarillentos como el anunciar del ocaso.
Sin apenas haber sido aprovechado,
el hielo se asentaba al fondo del vaso
sin otra ocupación que enfriarse a sí mismo.

¿Qué hacía solo en aquel bar?
Le recordó la escena a aquellas otras,
en las que desde habitaciones solitarias,
el teléfono era un pasillo hacia un futuro,
incierto.

¿Qué hacía solo en aquella ciudad que no era la suya?
Había salido sin rumbo
y sin rumbo llegó hasta aquella plaza.
Se hospedó en el hotel de la esquina de levante
y muy de mañana se dirigió hacia un bar tan céntrico como el hotel.

Media tostada con mantequilla y un café solo, pidió al camarero.
Se extrañó de tener que pedir para sí mismo sin pensar en nadie,
Sin esperar el comentario o la idea o el apunte de una luminosa sonrisa cómplice.