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sábado, 11 de agosto de 2012

Hasta hace unos días pensar en la frase "yo no los voté", de alguna manera, me tranquilizaba, me exculpaba de lo está ocurriendo en España, pero pasa el tiempo y me doy cuenta que de nada me sirve pronunciarla para mis adentros o para mis afueras; los que reaccionan frente al despropósito de Rajoy y sus secuaces somos los mismos, y son también los mismos los que contra viento y marea, y lo que es peor con un sentimiento de revanchismo fuera de lo normal, defienden las acciones del actual gobierno de España como si para los demás de una penitencia se tratase.

Que yo sepa no he hecho nada que merezca que me traten como un delincuente (por favor que alguien le de un repaso a la normativa que cercena el derecho a manifestar mis opiniones personales y mis posicionamientos colectivos); tampoco he cometido, ni yo ni nadie, ningún despropósito económico ni laboral para que en el ambiente se huela el tufillo de un paro que avanza y nos va llegando a más cada vez, un tufillo de bajada de sueldos general, pérdida de derechos sociales, laborales y económicos y lo que es peor la sensación de que todo lo que ocurre me lo tenía o nos lo teniamos merecido.

¿A qué viene tanta involución, tanta marcha atrás, tanto recular, tanto miedo en el ambiente y lo que es execrable, tanta ignorancia? Tanta ignorancia y tanta mala leche. Eso es lo que hay de sobra, a espuertas y, entre otras cosas, por eso ya no me creo ná de ná, y lo que es peor me reafirma en el pensamiento de que no debemos creernos ná de ná. Los miembros de un Sindicato deciden entrar en un hipermercado y llevarse comida para darla a los necesitados y los poderosos en lo primero que piensan es en como castigar a los responsables, todo ello teniendo como catecismo las leyes que ordenan nuestra convivencia, sobre todo las leyes que defienden el poder y el status de los que poseen, frente a las necesidades de los desposeidos, pero en cambio qué poco caso hacen de las leyes que defienden a los débiles (ley de la dependencia, leyes sindicales, leyes y normas que protegen a los trabajadores). ¿Qué está pasando?

Yo no los voté, pero eso no quita para que los que si los votaron me hagan, en cuanto pueden y con la soberbia que antes indicié, sentirme culpable de tener unos derechos sociales ganados a fuerza de evolucionar, a fuerza de trabajo y más trabajo de tantas familias y generaciones que se han dejado la piel y la vida en y para convertir una sociedad caduca y rancia en una sociedad primermundista; una sociedad en la que sus avances nos han diferenciado de otros mundos y de otras sociedades, aquellas otras que no evolucionaron ni social ni políticamente. 

Para cualquiera esto debería ser motivo de orgullo, pero si tu vecino, el avance de la sociedad en la que vives, te lo tira como arma arrojadiza, como si él fuera el pagador de todos aquellos que tienen derechos ganados, como si él fuera el poderoso que se escandaliza de que la sociedad sonría a los que no tienen, a los que no deberían tener, según él claro, entonces, ante tamaña desconsideración, es la vergüenza ajena la que se asoma a la cara para sonrojarnos, sonrojarnos porque la osadía de la ignorancia vuelve a campar por estos pagos, porque la intolerancia vuelve a mostrar su cara más aviesa. De nuevo la catetez de aquellos que se dejan llevar por quienes nunca los considerarán como iguales, marca la diferencia y las distancias y digo bien, las distancias, porque estos catetos son las hormigas obreras que los que tienen el poder enfrentan a los demás, al resto, a aquellos que a fuerza de ser normales y corrientes no somos dignos de ser iguales.

Que no se engañe nadie, la palabra igual para el poderoso sólo se declina en clubes exclusivos para gente exclusiva, gente que se aleja del "populacho" para diferenciarse, no para ser iguales. No os engañéis, los segundones , los palmeros del poderoso, los ignorantes, los catetos, los que sí los habéis votado, porque por mucho que anheléis su status, no sois de su estirpe, sois solo eso, LOS QUE LOS HABÉIS VOTADO. Vosotros, por mucho que los jaleéis, por mucho que los defendáis y por mucho que justifiquéis sus acciones, no debéis olvidar que después de compartir la misericordia y la compasión del poderoso, que despues de despojaros de la sonrisa sumisa y forzada, en la intimidad de vuestros hogares, algunos a punto de ser embargados, también sufrís la vergonzosa situación a la que nos está llevando este gobierno: cada vez menos dinero, cada vez menos capacidad adquisitiva, cada vez más parados en las familias. 

Eso es lo que nos queda, sólo que para calmar su conciencia, los que están en el "taco" lo llaman "estar jodidos pero contentos", supongo, ya que me resisto a pensar que ese pensamiento haya salido de alguien que no tenga prerrogativas, ni derechos exclusivo o una situación acomodada, de alguien normal no. Eso sólo lo pueden decir aquellos que no saben de verdad lo que es estar jodido, porque difícilmente se puede estar jodido y contento a la vez. A no ser que se sea alienado o votante del PP, claro. 

De todas maneras, alienados y alienadas, tened claro que esa alienación, esa ceguera nos os va a llevar a nada. Como esto siga así aquí vamos a caer todos, y por desgracia la cuerda se rompe siempre por lo más débil y cuando se rompa la cuerda, ni a vosotros, ni a nosotros nos servirá vuestro... "LO SIENTO YO SI LOS VOTÉ".

1 comentario:

  1. Hace ya mucho que se perdió la conciencia política en este pais. Después de tragarnos aquello de la transición ejemplar, de creernos los campeones en democracia, hemos terminado por comulgar con que el sistema, o es bipartidista, o no es. Tampoco han ayudado mucho unos sindicatos apesebrados y una izquierda dormida hasta el hastío. Y todo eso, metido con tino en la cocktelera mediática, nos ha llevado a un mirarnos demasiado el ombligo, a un pa mí y pa mis muertos y el que venga atrás que arree.
    Ya no se votan ideas, ahora compramos al "otro" sin más, por el simple hecho de serlo, para ver si así suena la flauta. Ha ganado la prensa del movimiento. Anulada ya nuestra vocación de personas, ahora deambulamos del curro a casa y de casa al curro con parada programada en la caja tonta.
    Como decía Forges, mal nos va cuando nuestra mayor ilusión es entrar en Gran Hermano. De un pais así, poco cabe esperar.
    Aún así, no perdamos las esperanzas y sigamos sumando, poco a poco, voluntades. Las calles y plazas se están llenando de auténticos brotes verdes.

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